Ulises y su fiel perro Argos

Photo by Luis Palicio on Unsplash

Nos son ya conocidas las diferentes narraciones acerca del héroe Ulises recuerdan, más recuerdan también las páginas griegas una originalísima acerca de su perro, Argos, inmortalizado por Homero.

Ya antes de que Ulises abandona casa en Itaca, al marcharse a la guerra de Troya, jugueteaba por los jardines de su peristilo un cachorro que más tarde se convirtió en un hermoso perro de caza.

Amaba Argos ciegamente a su amo Ulises, y éste sentía un fuerte afecto fidelísimo can. Enhiestas las orejas y con un alegre aullido, festejaba Argos diariamente la vuelta de su dueño al hogar, y poniendo un mundo de afección en sus inteligentes ojos, mirábale alargando su sedosa cabeza, en busca de la acostumbrada caricia.

Hízose Argos viejo, y no obstante rara vez dejaba de ser el acompañante de Ulises en sus excursiones, en las que a no ser muy prolongadas, le seguía como su sombra. Más púsose al fin tan achacoso el noble animal, que no pudo compartir con su amo las fatigas de la guerra. Transcurrieron más de diez años, antes de que Ulises, errante y envejecido, volviese a Itaca, y estaba su aspecto tan lastimosamente cambiado que nadie le reconoció en la ciudad.

Postrado en un rincón del atrio de su palacio yacía el viejo Argos barruntando su muerte. Cuando el fiel animal miró a Ulises y oyó su voz, levantó pesadamente la cabeza, meneando su desmayada cola. No pudo hacer más; pues con la alegría de ver a su amo, llególe la muerte. Así, pues, nadie, excepto su fiel compañero Argos, había reconocido a Ulises.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*