Una zorra y un oso se paseaban juntos un día, cuando al pasar por delante de una casa, olfatearon la comida. La zorra sugirió a su compañero la idea de deslizarse en la cocina, cuando nadie, para robar algo de comer. El oso aceptó; pero estando en la cocina entró el cocinero, cogió al oso y lo castigo. Este amenazó a la zorra con matarla, pero el astuto animal:
– No cuestionemos por eso ya te llevaré a otro sitio donde seguramente encontraremos bastante comida.
Por la noche la zorra condujo al oso a un pozo hondo, y mostrándole el reflejo de la luna en el agua, le dijo:
– Ahí tienes un hermoso queso. Bajemos a cogerlo.
Púsose entonces en un cubo atado a un extremo de la cuerda y dijo al oso que se metiera en el otro. Pero como la zorra tenía un peso demasiado leve para contrarrestar el del oso, metió en su cubo una gran piedra.
Tan pronto como el oso hubo entrado en el otro cubo, la zorra arrojó la piedra y el cubo del oso descendió hasta el fondo.
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