Las hadas prudentes y la hadas necias

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Cuando las hadas de los árboles vinieron a la tierra, vagaron por montañas y valles en busca de morada; unas eran prudentes y otras necias.

Huyeron las primeras de los árboles aislados y solitarios, en medio de los campos labrados, y prefirieron vivir en una espesa selva. Pero las hadas necias se dijeron “¿Por qué vivir todas juntas y solas en el bosque? Vayamos a los árboles que crecen cerca de los poblados, allí los hombres nos obsequiarán con presentes”

Mas he aquí que una noche se desencadenó tan furiosa tormenta que el vendaval arrancó de cuajo los árboles dejando a las hadas insensatas sin morada. Entre tanto, los apiñados árboles de la de la selva resistieron la furia de la tempestad y ni solo sufrió daño.

– Los hombres deben estar unidos de igual modo que los árboles del bosque- dijeron las hadas sensatas a las necias. Sólo el árbol solitario en los desiertos campos de cultivo o desnudos montes es injuriado por la tempestad.

La unión es la fuerza.

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