En cierta clase de objetos antiguos de China, vese una pintura azul, denominada «el modelo del sauce»; y los platos así decorados, son tal vez las porcelanas más famosas del mundo. En realidad, proceden de China, o al menos de allí vino el primer modelo, cuya historia, que es china, vamos a exponer a continuación.
Cierta bella joven china, llamada Kung-Chi, se enamoró del secretario de su padre, joven nada holgado de bienes de fortuna, y cuyo nombre era Chang. Quería el padre de Kung-Chi casar a su hija con un hombre rico y, negándose ella a renunciar a Chang, recluyóla su padre en una casita, situada en el extremo del jardín. Crecía delante de la ventana un sauce; un poco más allá un frutal, cuyas hojas y flores Kung-Chi contemplaba con delicia durante días enteros.
Así pasaba la joven sus horas, triste y solitaria, hasta que Chang le escribió una carta en que le proponía huir con él. No atreviéndose a confiar su secreto al correo por miedo de que cayese en manos del padre, tomó una cáscara de coco, fijó en ella una diminuta vela, y después de poner dentro el escrito lanzó al agua tan rara embarcación, quedándose él vigilando hasta que la misiva llegó a manos de Kun-Chi. Leída la carta mandó la joven la respuesta por el mismo conducto. Decíale estar dispuesta a huir con él si tenía bastante valor para ir a raptarla. Hízolo así audazmente Chang, y se la llevó consigo. Al cruzar un puente, que forzosamente habían de pasar para salir del jardín sorprendiólos el airado padre, y emprendió a la su persecución. Iba delante Kung-Chi. Seguíala Chang con el cofre de las joyas y detrás corría el padre, látigo en mano. No llegó a alcanzarlos y entre tanto ellos lograron refugiarse en una casita a la otra orilla del lago, donde vivieron felices. El rico que había pretendido casarse con Kung-Chi, enfurecióse de modo, que habiendo descubierto dónde vivían pegó fuego a la casita y en ella perecieron abrasados Kung-Chi y Chang.
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