Disgustada una tortuga de tener que andar siempre por la tierra, suplicó al águila la levantase por los aires lo más alto posible. Hízolo así la reina de las aves y la subió hasta las nubes; viéndose tan ufana la tortuga que exclamó:
– ¡Cuánta envidia me tendrán ahora todos los animales que me miran en tanta elevación sobre ellos!
No pudo, al oír esto, sufrir el águila tanta vanidad, y soltando la tortuga cayó este orgulloso animal sobre unos
peñascos, haciéndose mil pedazos.
Locura es engreírse con los favores de la fortuna. Muchas veces la aparente prosperidad se torna en desgracia.
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