El abogado y la ostra

Photo by GoodEats YQR on Unsplash

Paseándose dos hombres por la orilla del mar, encontraron una ostra y empezaron a disputársela.

               – Yo la he visto primero -dijo uno por lo tanto me pertenece.

               – Yo la he cogido, dijo el otro, y tengo

derecho a quedarme con ella.

En esta disputa acertó a pasar por allí un abogado al cual pidieron que fallara el asunto.

Este se conformó, pero antes de emitir su opinión, exigió a los hombres la garantía de que cualquiera que fuese su fallo quedarían contentos. Después dijo el abogado:

               – Me parece que los dos tenéis derecho a la ostra; así, pues, la dividiré entre los dos y estaréis enteramente satisfechos.

Abriendo la ostra, se la comió rápidamente y con gran seriedad entregó cada uno de los hombres una de las conchas vacías

               – ¡Pero usted se ha comido la ostra – exclamaron los hombres!

               – ¡Ah! Esta es mi remuneración por resolver el asunto – dijo el abogado – Pero he dividido todo lo que queda de una manera leal y justa.

Eso es lo que generalmente sucede a las personas aficionadas a pleitear si acuden al amparo de los tribunales.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*