Cierto asno se vistió con una piel de león que encontró en el camino, y todos los animales se asustaban y huían al verle, de suerte que hubo un espanto general en aquella comarca. Dábase el asno a sí mismo la enhorabuena al verse tan temido y respetado, y hasta su amo, que le andaba buscando por creerlo perdido, se asustó también al verlo de lejos, hasta que, reparando en una de sus largas orejas, que asomaba por debajo de la piel del león, conoció la farsa, se acercó a é, le quitó el disfraz y le molió a palos.
Si el ignorante intenta mostrarse sabio, pronto enseñará la oreja como el asno de la fábula.
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