Disputaba, el viento del norte con el sol sobre quién era más fuerte.
No queriendo ninguno de los dos reconocer la superioridad del otro, convinieron en someter a una prueba su relativo poderío. El primero de ellos que lograse despojar de su capa a un caminante, sería el vencedor. El viento del norte comenzó a soplar furiosamente acompañado de violentos chaparrones; mas, en vez de llevarse la capa del viandante, hizo que éste se abrigase más con ella.
Llególe entonces al sol la ocasión de dar pruebas de sí. Inmediatamente empezó a lanzar sus rayos sobre la cabeza del pobre hombre, con tal ardor que le obligó a quitarse la capa y a sentarse sudoroso y macilento a la sombra de un árbol. Así el sol fue el vencedor.
No siempre el que mete más ruido es el más fuerte.
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